Catastrophic Mind

Antes de leer, quería justificarme, como suelo hacer, en un par de cosas. Primero, el hecho de que el prólogo es corto y, a diferencia del resto de la historia, está escrito en primera persona. Pensé que ésta parte debía estar justamente en primera persona, y tengo pensado llegar a un epílogo redactado nuevamente de ésta forma, aunque desde el primer momento quise hacer la historia en tercera persona. Y esto es simplemente porque tanto prólogo como epílogo son cosas que le pasan sólo a la protagonista, mientras que en la historia hay miles de personajes distintos [ideal para Belu].

Otra cosa que quería aclarar, aunque no sé si vale la pena, es el tema de la Lushotology y en sí de lo flashero que puede volverse ésto en varios momentos... Momentos que en realidad hacen toda la historia. De verdad me puse a pensar mucho en lo que es ésta religión y de ahí saqué un par de conclusiones que son sólo mías y más delirantes que las mismas bases de la Lushotology que ya conocemos [y si no las conocen, googleen]. Si encuentran de todas formas, contradicciones o cosas por el estilo, es porque debí haber anotado más cosas para no olvidarme y el tema de haber dejado de escribir para rendir parciales me hizo olvidar de muchas cosas. Y ahora que comienzo a subir la historia me obligo a mí misma a hacer lo más difícil: leer otra vez, pensar otra vez y retomar la escritura. Pero en fin, la idea sigue estando y creo que los últimos capítulos que escribí los voy a revisar especialmente y a corregir un par de cosas que no me gustaron [es acá cuando Fio me putea en todos los idiomas].

Ya, aburrí demasiado, ladies and gentlemen, Catastrophic Mind.

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Prologue.

Recuerdo cómo me sentía antes de que todo sucediera. Era una adolescente estúpida que estaba por cumplir los dieciocho años. Iba a ser mayor, sí, pero una persona no crece por que se trate de un número más, crece por el paso de los momentos y lugares en los que ha estado y por las reflexiones que ha logrado sacar de dichos momentos. Es por eso que ese no era un gran cambio, de hecho, no era absolutamente nada para mí. Los verdaderos cambios llegaron después de lo que viví y de lo que me han enseñado dos grandes personajes.

Entonces faltaban diez minutos para la medianoche y yo estaba sola. Mi padre había ido a ver a mi tía al hospital porque ésta se había hecho una cirugía plástica. Ahora, como todo su cuerpo es artificial, no puedo recordar qué fue aquella vez. Creo que las nalgas. Yo sí que nunca me hice nada de eso, y en ese entonces incluso era virgen. Ni siquiera en eso estaba experimentada. Sí salía con chicos, pero nada de sexo. Nunca supe por qué, simplemente sucedió así.

Cinco minutos y sería mayor. Y me sucederían las cosas más extrañas que a alguien le podrían suceder. Cosas que jamás habría imaginado o creído. Y es que yo no creía en absolutamente nada. No creía en el Apocalipsis ni en el fin del tiempo, no creía en los eclipses solares y mucho menos en el amor… Aunque después sólo pude creer en…

Dos minutos. Si mi madre hubiera oído mi historia después de lo que pasó, me habría creído. Lo sé, porque siempre me decía que yo no tenía imaginación para inventar nada. Pero murió cuando yo tenía diez años, así que nunca pude confiarle nada. Creo que esa es una de las cosas que me indican que todo fue real, el hecho de que yo no podría imaginar nada. ¿De dónde habría sacado tales mentiras?

Un minuto. ¿Cómo podría haberlo imaginado a él…? Tan perfecto y con tantos defectos, tan real que todavía puedo sentir sus labios, y tal ilusión que parece no existir. También recuerdo cómo se sentían los ojos del demonio fijos en nosotros, acechando…

Cumplí dieciocho años y al fijarme que eran las doce, suspiré. Pensé, como otras veces, que nada cambiaría. Ahora soy una mujer diferente.

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Happy birthday! (?)